Araucaria columnaris (G.Forst.) Hook.
AraucariaceaeLa expedición de Magallanes partió de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519 con la intención de encontrar un paso hacia el Oeste, un estrecho que uniera los océanos en el continente americano y les permitiera llegar a las Islas de las Especias. Lo hallaron mucho más al sur de lo previsto, cruzando tierras australes de lo que hoy es Argentina y Chile. Antonio Pigafetta describe este estrecho con una expresión feliz, con la afirmación de que no cree que exista en el mundo un estrecho más bello ni mejor que este. No obstante, la naturaleza se ha ido embelleciendo desde que la expedición se adentrara en el estrecho, a medida que han avanzado hacia el Oeste, pasando de montes pelados y rocas a montañas cubiertas de bosques y nieve en sus picos. Es muy probable que esos árboles, que los cronistas como Pigafetta confunden con cipreses y cedros por su verticalidad, no fueran sino araucarias.
Estas coníferas de bello porte piramidal toman su nombre de la región chilena de Arauco, lugar donde se descubrió a los ojos de Europa el primer ejemplar de esta especie. El árbol fue introducido en Europa en 1793 por un inglés, Joseph Banks, famoso botánico por, entre otras cosas, ser uno de los científicos que acompañó en su primer viaje por los mares del Sur al capitán James Cook, descubridor “oficial” de Australia y Nueva Zelanda. Para acceder al Pacífico desde el Atlántico, Cook prefería sin embargo no usar el tortuoso Estrecho de Magallanes, sino el más meridional Cabo de Hornos: pocos se atrevían ya por entonces a cruzar ese paso. De hecho, tan solo unos años después de la travesía de Magallanes, Alonso de Ercilla, en su poema épico La Araucana (1569), manifiesta abiertamente que el estrecho de Magallanes ya no existe, que se ha hecho difícil de hallar e intransitable. Sí siguen existiendo por contra los árboles, las araucarias, en esta recóndita región del Cono Sur de América.
La araucaria que encontramos en los jardines sanluqueños es no obstante la Araucaria columnaris o A. excelsa, epítetos ambos en alusión a su porte, originaria en realidad de Oceanía, de Nueva Caledonia, donde crece a menudo sobre suelos de coral. Es una de las coníferas más comúnmente utilizada como árbol ornamental en zonas de climas cálidos o templados como el de Sanlúcar. De hecho, en un dibujo al natural que del palacio y jardines sanluqueños realizara Joaquín Domínguez Bécquer en 1871, aparece ya una araucaria usada con sentido decorativo, junto a una palmera, como elementos vegetales característicos de ese exotismo del que tanto gustaba la jardinería de época isabelina y el propio duque de Montpensier, promotor de estos jardines del hoy ayuntamiento de la ciudad. Un árbol por lo demás que actualmente sigue caracterizando el paisaje urbano de Sanlúcar.